Para alumbrar las tinieblas de un mundo injusto, caminamos; en el silencio de la noche, con un lucero de fuego entre las manos, como si lleváramos el alma ardiente de nuestros caídos, con reverencia y agradecimiento, con el temblor sagrado de su memoria.
Caminamos, y tú no puedes faltar. Porque no podemos desertar del recuerdo a nuestros muertos. Sus nombres olvidados serán, otra vez, consigna de lucha, plegaria de fe en el futuro y acusación a los enemigos de la Verdad y de la Patria.
EL próximo 13 de diciembre, saldremos, otra vez, a desafiar la injusticia, a reclamar la España y la Europa, por la que ellos, nuestros mejores, cayeron.
Iremos con su fuego en el pecho, con su memoria por bandera, y con la certeza de que ninguna noche —por larga que sea— podrá apagar la aurora que juramos alcanzar.