Esa es la verdadera magia: no varitas ni hechizos, sino la fuerza inquebrantable de creer en uno mismo.
Esa chispa interior, esa fe profunda, es el conjuro más poderoso. Cuando confías en tu capacidad, conviertes lo imposible en un reto y el miedo en determinación. No se trata de controlar el mundo, sino de moldear tu propio camino con coraje y convicción.
La frase lo dice claro: el primer y gran acto de magia es mirarte y saber, con certeza, que puedes lograrlo. Y entonces, cualquier cosa podrá suceder.