La frase tiene ese aire de verdad que duele un poco, ¿no? "Todos son llamados, pero sólo unos pocos eligen escuchar".
Me hace pensar en esas oportunidades, voces o corazonadas que de repente aparecen en la vida, como un susurro. A veces es una idea para cambiar algo, a veces una intuición sobre una persona, o quizás algo más profundo, como un anhelo de paz o de propósito. Ese es el "llamado": está ahí, disponible para todos, como una radio emitiendo en una frecuencia constante.
Pero lo difícil no es que suene, sino sintonizarla. "Escuchar" implica parar el ruido interno: los miedos, las distracciones, el "qué dirán", la comodidad de lo conocido. Muchos perciben el llamado, pero pocos tienen el valor de darle crédito, de seguirlo aunque no se vea el camino completo.
Lo interesante es que la frase, al vincularse a Un Curso de Milagros, evoca la elección entre la voz del ego —ruidosa, llena de miedo y juicio— y la voz del amor —suave, clara, pero que requiere silencio interior para ser oída—. Ahí cobra más sentido: todos tenemos acceso a esa guía, pero solo unos pocos deciden acallar todo lo demás para realmente escucharla.
Al final, es un recordatorio de que el verdadero cambio no comienza cuando el universo te habla, sino cuando tú decides, por fin, prestar atención.