Bella y certera reflexión. Efectivamente, en esos periodos en los que la vida parece plana, gris y desconectada, el Reiki se presenta como un faro suave.
No es una varita mágica, sino ese "primer paso" del que habla el texto: la decisión consciente de permitir que algo vuelva a fluir. Es el recordatorio de que, en nuestro interior, late una energía vital que la apatía no ha podido extinguir, solo cubrir.
Al ofrecernos un momento de quietud y contacto sutil con nuestra propia esencia, el Reiki no fuerza nada, sino que despierta. Nos invita a recordar la sensación de estar vivos, de ser canales de esa fuerza serena que nos habita. Es el comienzo del reencuentro con uno mismo